La ruta de la seda II:
Curiosidades
de la Lonja de la Seda
El fantasma de Guillem de Cervera, biznieto del caballero venido de Lleida para la conquista en 1238,
conocío la construcción de este monumento registrado en el catálogo de la Unesco y nos guía
para conocer sus curiosidades esculpidas en la piedra.
“Nuestro
gótico,
como todos,
tiene tres
niveles
jerárquicos,
nos dice. El más alto corresponde al nivel mayor,
y representa el cielo: los ángeles, María, la Cruz, las estrellas o
la Jerusalén del cielo.
A continuación viene el
escudo de la ciudad o del reino, que representa la bendición de la
vida ciudadana y su dedicación al trabajo gracias
a la energía libre que
le llega desde arriba. Finalmente viene el nivel mundano con sus
tentaciones, peligros y engaños. que nos quieren desviar de la senda
ascendente”
Siguiendo
la indicación
de
Guilem, recorro con la vista
la portada
de
la
fachada
principal
de la
Lonja y me detengo en el
escudo
del
Reino de Aragón,
junto
con dos
escudos de la ciudad
sobre las
ventanas
laterales.
Forman el triángulo
de
la
vida
comercial
y burguesa.
El escudo
de
Aragón
presenta
la
curiosidad
de venir coronado de
un yelmo
de reja con barras, en cuyo interior
se halló esculpida una
cara, posiblemente
la del mismo rey que tanto amaba la ciudad de Valencia, Alfonso
V el Magnánimo.
A
continuación,
en el tímpano,
se hallaba
una
imagen
de la Virgen
de
los mercaderes.
Y bajamos ya
al nivel
de la vida
cotidiana,
con escenas
de brujería
en
el
parteluz,
y de
diversos
pecados
en las
arquivoltas,como
las del hombre
con
una maza
simbolizando
la ira,
dos
cuerpos
invertidos
abrazados
como emblema de la lujuria, un hombre peludo que
representa
el instinto primitivo
o animales
como los
perros,
el
jabalí
o el caracol
que significan la crueldad o la pereza.
Escena de brujería bajo la que fue Virgen de los Mercaderes
Si pasamos al interior, en la sala de contratación, nos llama la atención las columnas torcidas que forman en la parte superior un bosque de palmeras con el escudo de Aragón en la clave de bóveda central. Guillen nos explica de nuevo su simbolismo:
“Se
trata de nuevo de la representación de la Jerusalén celeste. La
bóveda estuvo pintada originariamente de color azul oscuro con
estrellas, y las columnas en un verde y
rojo para recordar la palmera como árbol de la vida, que representa
el alma en la tradición oriental. El
friso en letras doradas que recorre las paredes proclama en su latín
renacentista algo así: “detente visitante y considera que soy una
casa ilustre construida en diez años, hago el elogio del buen
comerciante que irá al cielo y tendrá buena fama en la tierra, en
cambio al comerciante malvado le espera el infierno y permanente
tiniebla en el mundo presente”.
Tras
oír esta descripción de Guillem no puedo evitar echar un vistazo a la
pequeña puerta protegida por un balcón de hierro que da paso a la
escalera helicoidal que subía al torreón central. Allí, como en la
novela del Conde de Montecristo, gemían y pagaban sus penas los
comerciantes que defraudaron la confianza depositada en ellos. No puedo
evitar la tentación de pensar en la crisis de confianza de nuestra vida
pública presente y sueño con guiar alguna que otra vez algun personaje
corrupto de nuestros días e invitarle a subir por la escalera a "una
suite de cinco estrellas con champán y música preparadas y vistas al
mercado",para que medite unos meses a oscuras y en silencio.
En la puerta que da al jardín de los naranjos llama la atención la presencia en sus arcos góticos de centauros tocando instrumentos sonoros como címbalos y flautas. No
debería sorprendernos si imaginamos que el jardín era el lugar de la
música, el esparcimiento y la comida al cerrar un buen negocio tras
arduas negociaciones. Una especie de tea-break o celebración de evento al aire libre. Y de nuevo me comenta Guillem el simbolismo del jardín:
"Piense
usted, caballero, que en el jardín se representa el modelo de la casa
mediterránea, inspirada en nuestros enemigos de entonces, los árabes,
de los que tomamos muchos elementos culturales. ¿Qué elementos-dígame-
habría de tener el paraíso musulman según usted? Callo desconcertado.
En primer lugar-insiste- el rumor del agua, es importante para la gente
del desierto. Y miro la fuente de ocho puntas típica de la imaginería
musulmana. Esta fuente, añade, la encontrará usted en tantas casas de
Andalucía en el patio central, recubiertas de azulejos de vivos
colores”. Y claro, lo recuerdo de mis viajes. El siguiente elemento es
la sombra, para un hombre que vive en un país caluroso, y para eso
están esos preciosos naranjos. Y finalmente, el perfume que aroma el
aire en la brisa de la tarde, lo que nos proporciona la flor del
azahar.”
Medito
en estas sabias palabras de Guillén mientras mi vista se pasea por una
puerta disimulada tras la escalera monumental que lleva al piso
superior. Me deslizo sin ser visto y desciendo las escaleras. Esto me
sigue comentando eran las caballerizas, el “parking” de la época donde
se instalaban los vehículos, jamelgos, rocines, caballos de raza árabe,
de todas las marcas y colores. Y aquí se cuenta la leyenda de la hija
de Muley Raffat, señor del antiguo palacio, cuya hija se aterrorizó por
la presencia de un espantoso dragón de piel viscosa que partió de una
cloaca. La acequia de Rovella pasaba por delante del palacio. Un
sirviente enamorado de la doncella se deshizo con su valiente brazo de
la horribble fiera y, si bien no consiguió la mano de la noble joven,
recibió el eterno agradecimiento de su sonrisa. Y así en la fachada se
puede ver aún la cabeza de este monstruo o Leviatán que se come una
ménsula, la tabla de madera que el joven doncel clavó entre sus
espantosas fauces. El dragón, con nosotros los cristianos, pasó así
representar el poder musulmán, como símbolo del Leviatán, la fiera que
amenaza al imperio militar de occidente o el mal comercio que destruye
la convivencia. Por ello se hallan dragones por todas las ménsulas y
arquivoltas, devorando los árboles y la vegetación que simboliza la
vida.
Finalmente
subimos al piso superior del Consulado del Mar, a esa sección
italianizante, que contrasta ´con el gótico de la sala de contratación.
Allí admiramos el artesonado rescatado del ayuntamiento medieval de
Valencia, situado antes en la Plaza de la Virgen. Me comenta Guillem:
“En los ángulos, las profetisas, profetas y sabios dan un buen consejo
a la ciudad durante el año legislativo, en el centro se representa su
vida cotidiana, de trabajos, oficios, y diversiones, con guerreros
luchando, músicos salmodiando, animales saltando, plantas floreciendo a
la sombra de los principales escudos heráldicos de la ciudad”.
Abandonamos
la Lonja, en nuestra mente el aroma fresco del azahar impreso y en
nuestra imaginación la mezcla de las virtudes del apasionado caballero
luchador del gótico Don Guillem con las del ponderado comerciante
florentino del Renacimiento, en relación con los Medici.
José-Vicente Niclós