lunes, 2 de julio de 2012

Patrimonio histórico y turístico de Valencia



    Laudas romanas de Valencia en honor de la amistad: rutas guiadas de acercamiento al patrimonio turístico valenciano

Valencia fue fundada el 138 a.C tras las victorias de las segundas guerras púnicas contra Anibal y las de pacificación de la península Ibérica contra Viriato.
La ciudad fue desolada durante las guerras sertorianas por Pompeyo el 75 a.C.
Durante la República la ciudad del Turia no fue municipio ni colonia romana y tuvo un plano urbano irregular. Con el Imperio al contingente de veteres (antiguos pobladores del centro y sur de Italia) se unen los veterani (nuevos licenciados). Se construye el foro, el circo, la termas, el mercado y los depósitos de grano. Fueron soldados veteres los que fundaron Valencia junto con Veterani posteriores en los tiempos del Imperio. Ambos representados en las dos Curias o asambleas del ayuntamiento.
Los soldados romanos se licenciaban tras unos 12 años (pretorianos), 16 (legionarios) o 25 (auxiliares) de servicio, los dos primeros recibían siempre tierras para su cultivo.
En Valencia el sistema de canalización de las 8 grandes acequias fue iniciado por los soldados romanos y perfeccionado por los árabes
 
¿Dónde vivían?
Según el plano adjunto se comenzó la planificación urbana de Valencia en insulas y las villas se situaban hacia el puerto fluvial, en la salida norte de la vía augusta. 

Al suroeste se localizaron los cementerios, en la posterior Boatella junto a la Lonja, Ruzafa y las áreas de la Vía Augusta en el inicio de san Vicente Mártir.

El plano de la casa representa la la domus o casa familiar, con un atrio central a cuyo alrededor se hallan las estancias, con el impluvium al centro para recoger la lluvia. Las más señoriales venían decoradas con pavimento de mosaico.

 
¿Cómo vivían?
Del cultivo de la tierra, en nuestra fértil huerta, al norte y sur de la ciudad, y empleando su tiempo libre en el foro donde se discutía, como hoy, de política entre los populares y los senatoriales. 

En las termas se preparaban para el relax y las fiestas con los amigos, se hablaba de la belleza y el amor, y el circus junto a santo Tomás, representaba su fórmula 1 de la época, para las grandes fiestas del calendario.



 Sabemos además que a los romanos les preocupaba mucho la amistad, como también a los griegos. Y el partir del amigo les dejaba una honda huella en el alma, lo que les movía a escribir poesías en su honor, sobre todo cuando habían compartido juntos el peligro en campaña, como refleja ésta del poeta latino Horacio:.







Septimio, tú que irás conmigo a Gades
y
a Cantabria, rebeldes para aceptar nuestro yugo
y a las bárbaras S
irtes
donde hierve sin tregua el mar de Mauritania...
(Horacio, Carmina II, 6 ) Algunas veces cuando el destino los forzaba a separarse durante un tiempo, como al mismo Horacio de Pompeyo Varo:

¡
Oh tú tan a menudo expuesto conmigo al más extremo peligro
cuando era Bruto el jefe del ejército!
¿Quién te ha
devuelto como ciudadano
a los dioses patrios y al cielo
ítalo?
Oh Pompeyo, el primero de mis amigos,
con quién
frecuentemente acorté con vino los lentos días,
ceñidos por una corona mis cabellos...
Ofrece, por tanto el obligado sacrificio a Júpiter
y reposa bajo mi laurel
tus miembros cansados por la larga campaña...
Me es dulce enloquecer por un amigo recobrado
.
(Horacio, Cármina, II, 7).

Otras veces el destino los forzaba a separarse para siempre. Entonces escribían sobre lápidas laudatorias a la impronta perenne que dejó su amistad, para que siguieran apreciándola sus hijos y así hasta nuestras generaciones:
Son tres las lápidas de este tipo que se encuentran en Valencia. Yo paso a menudo por la que se halla al comienzo de la Calle Vidal.

En la fachada posterior del Hotel Inglés podemos observar aún una de estas lápidas dedicatorias, cuyo contenido debemos de imaginar, pero en la que late con fuerza una palabra entrañable en todas las lenguas Amico. Caius Riccius la dedica a Quinto Junio, con esta palabra lacónica de amigo
 
¿Se trata de un Quinto caído en combate contra los íberos? ¿O enfermo en la palúdica Valencia? Nos complace más imaginarnos a dos amigos, Cayo y Quinto, que compartieron el servicio militar en Valencia, con sus terribles fatigas, pero también las alegrías de la noche de Valencia, con sus juegos, cantos y bebidas equivalentes a nuestra actual “agua de Valencia”. De pronto una carta del Emperador le llega desprevenida. Intuimos que el semblante de Quinto se entristece cuando le dice a Cayo. “Debo partir para Germania, donde los fríos y mayores peligros de la frontera me esperan”.
La lápida se encontró durante siglos en un ángulo de una casa que servía de fonda para diligencias. También muy cerca, en el Palacio del Marqués de Dos Aguas, se encontró una lápida a mediados del XVIII que dedica la desconsolada esposa Julia Coimotho a su marido, muerto a la joven edad de los 29 años. La lápida fue copiada por algún erudito, pero la ofrenda de amor en piedra desapareció tras algunos años. ¿Conservaremos así siempre las cosas, oh valencianos? Nuestros barrios, nuestras casas, nuestros jardines. !Ay, amemos y conservémoslos!

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