Valencia se caracteriza por el gran
número de puentes que atraviesan el viejo cauce del río Turia,
hasta quince puentes, algunos medievales como el de la Trinidad,
Serranos, el Real, otros más modernos como la Pasarela, el famoso
Pont de Fusta peatonal y los más modernos de factura de Santiago
Calatrava. El de las flores es uno de los más conocidos.
Este conjunto de puentes se complementa
con el sistema de defensa y contención de las aguas que permitiera
prevenir las inundaciones y es conocido como los pretiles y su
entorno.
Este conjunto constituye una obra
colosal por su extensión y unidad, como pocas defensas fluviales de
Europa hallamos de comparables.
El principal trabajo de protección se conoce como la obra “Vella” comenzada entre
los puentes de la Trinidad y del Real, y del Puente
del Real al del Mar entre 1591 y 159. Los pretiles, por su parte se iniciaron desde el puente de
Mislata hasta el de san José entre 1606 y 1674, llegándose hacia
Monteolivete por el año 1729.
Los pretiles contienen además algunas obras
decorativas, concentradas en lo que fue Paseo de la Pechina, como
barandales, rampas, escaleras y obra pétrea. En especial en el
pretil sur, frente a la calle del Beato Gaspar Bono y el ángulo de
la cerca del Jardín Botánico, se halla una rampa ancha que baja al
río con fecha de 1765. Se trata de un pretil de malecón, es decir,
por el que se bajaba para cargar y descargar al cauce del río, con
carros tirados por caballos o con bestias de tiro o acémilas. La
citada rampa posee unos badenes en piedra que podemos considerar los
antepasados de nuestros peraltes reductores de velocidad de vehículos
a la entrada de los pueblos.
Se trata según me comenta Mario, un
amigo ciclista, de reductores de velocidad para que los carros
pudieran descender sin peligro hasta nuestro cauce del Turia para
cargar la madera que venía de Ademuz, llenar cántaros de agua o
realizar otras funciones. Al pie de este pretil de malecón hay un
gran estribo invertido en forma convexa. La famosa pechina que dio
nombre al paseo de la pechina y estuvo sepultada unos dos metros por
debajo del cauce el pasado siglo, lo que muestra la subida de la
tierra del cauce en dos siglos.
El mismo tipo de pretil de malecón
volvemos a encontrarlo en la ancha rampa del Puente de Serranos, lo
que nos confirma en la idea de que eran los dos muelles principales
en que entraba a la ciudad la carga de madera y otros materiales que
llegaban en balsa a la ciudad desde el interior de la vega del Turia
y que era el lugar de descanso de las acémilas antes de entrar a la
ciudad.
Si nos dirigimos un poco más hacia
arriba en el parque del río Turia, a la altura de la “Casa del
Agua” podemos advertir en los muros los sillares que señalan el
arco por donde salía la antigua toma de agua de esta acequia.
Actualmente su origen desde el río Turia procede del azud del
repartiment, en el término
municipal de Quart de Poblet.
La salida de agua de la acequide Rovella junto al actual Palau de la Música (2011) y en 1915 en un concurso de tiro de palomo.
Azud del agua en 1946
Azud del agua en 2012
Los elementos vegetales y arbóreos, tanto mediterráneos como americanos, dan vida nueva al rejuvenecido cauce de la ciudad, entre cuyos árboles nos resultan particularmente interesante la jacaranda del Brasil y el árbol botella de Perú y Sudamérica, los cuales florecen dos veces, en primavera y otoño, o incluso en diciembre, al provenir del cono sur.
Árbol botella junto a Mislata en el cauce del río Turia
Bello paraje y único por su historia y valores culturales, así como por sus jardines urbanos que nos posiciona como únicos en Europa. Solamente pidamos añadir a este cinturón de vegetación la conexión con la ampliación del botánico que lleva años paralizada.
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