jueves, 20 de junio de 2013

La huerta de Valencia, a un tiro de piedra.


Recorrer la huerta norte de Valencia es una pura delicia como lo comprobamos hace poco con el grupo de Vera.
En ella se encuentra, junto a la reconocida internacionalmente Universidad Politécnica, nuestra “huerta de Valencia”, a un tir de pedra, título de un reciente programa de TVE, uno de los suelos más fértiles del mundo, con un sistema de regadío que perdura desde su creación en el medievo y unas casas de labranza, conocidas como alquería, que representan toda un ejemplo de convivencia con la naturaleza. Visitada a menudo por escolares, se admiran de su paisaje visto previamente en fotos, que comparan a los más bellos de Europa.
Visita de escuelas




Cultivos ecológicos

Como afirma Carl Steinitz, profesor de Arquitectura del paisaje de la Universidad de Harvard, es un espacio único en el mundo y también de los pocos de su valor que no tiene un proceso uniforme de gestión y planificación.
En la parte oriental, podemos ver recuerdos del pasado religioso como la acequia y ermita de Vera y degustar una paella en una de las alquerías, la de Carmen.

interior alquería valenciana, zócalo de azulejos






ermita de vera

La alquería de Mariluz, vecina a la nuestra, ofrece sus menús a precios módicos, con la oportunidad de compartir un paisaje que los niños comparan con el de Francia. También en la huerta de Alboraya se pueden recoger las verduras que luego entrarán en la paella y la ensalada y degustar horchatas en su propio lugar de producción.

En el vecino Cabanyal, debemos mencionar una vez más, como recuerda el diario Levante, la aventura del botánico francés Félix Robillard, que dio lugar a la primera integración de la industria en el paisaje, una industria relacionada también con las flores, hierbas y el perfume. Y es que a mitad del siglo XIX era una aventura atravesar esta zona pantanosa, cuyos obstáculos se salvaban en barca. La zona era un marjal. Esto sucedió hasta que el francés Félix Robillard compró 361.526 metros cuadrados de terreno, (110.800 en término de Valencia, la futura Malva-Rosa, y el resto de Alboraia) con la idea de rehabilitar la zona. El jardinero y botánico desecó el terreno y para ello utilizó varias especies vegetales, entre ellas, grandes cantidades de "geranium odoratissimun", la popular malva-rosa. Robillard dividió su propiedad en tres grandes áreas: su casa de la calle San Rafael, la fábrica de esencias, junto a la zona donde plantó sus especies de aceites y perfumes, y la de jabón.
Este maestro hoy tiene una plaza dedicada donde llevó a cabo su actividad, junto a la residencia familiar que contaba con 22 habitaciones y un huerto de 6.848 metros, como relata el investigador y escritor Antonio Sanchis en su libro sobre la Malva-rosa. Su fábrica es la primera de esencias establecida en España y la primera de jabones tocador y perfumería establecida en Valencia".
Al lado de la ermita de Vera, pudimos observar de lejos la una finca conocida popularmente como El Hort dels Misteris. El nombre corresponde al entorno pues desde pequeños nos sorprendía esa vegetación densísima de palmeras rodeada de un muro altísimo y con una alquería al fondo que apenas se podía entrever con la imaginación que creaba toda clase de fantasías. La alquería se conoce hoy como de Robillard, residen varios descendientes del jardinero francés, entre ellos un biznieto. La compraron hace 25 años a la Asociación de Antiguos Alumnos de La Salle por asemejarse la finca que tuvo su antecesor. El cartel es un homenaje que tributan a su antepasado.

La alquería la mandó construir el fabricante de harinas y concejal del Ayuntamiento de Valencia, Vicente Tatay Mandingorra. El diseñador del jardín fue su yerno Francisco Garrido. El Padre Luis Fullana, que tenía buena relación con los Tatay, escribió en ese lugar la mayoría de sus obras y ofició misas en una capilla que hoy ya no existe.
el Hort dels Misteris con sus palmeras

JVN
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